La conducción autónoma se ha convertido en uno de los campos más emocionantes y competitivos dentro del sector del automóvil y tecnológico. Este nuevo reto, que parecía ser ciencia ficción e impensable hace unos años, está cada vez más cerca de convertirse en una realidad cotidiana. A medida que la inteligencia artificial, el aprendizaje automático y la tecnología de sensores avanzan, los vehículos autónomos están progresando a pasos agigantados.
Niveles de conducción autónoma
Resulta esencial comprender el marco que organiza el progreso de la conducción autónoma: los niveles están definidos por la Sociedad de Ingenieros Automotrices (SAE). Esta organización ha establecido seis niveles de autonomía, desde el nivel 0 (sin automatización) hasta el nivel 5 (automatización completa). Cada nivel está marcado por el grado de control que tiene el vehículo frente al conductor en la carretera:
- Nivel 0: El conductor humano tiene control total, con asistencia limitada de funciones automatizadas (como el frenado de emergencia).
- Nivel 1: El vehículo ejerce asistencia en la dirección o aceleración/desaceleración, pero el conductor debe estar siempre involucrado.
- Nivel 2: Automatización parcial. El vehículo puede controlar la dirección y la velocidad de forma simultánea, pero el conductor debe supervisar y estar preparado para intervenir.
- Nivel 3: Conducción condicionalmente automatizada. El vehículo puede gestionar todas las funciones de conducción en ciertas condiciones, pero el conductor debe estar disponible para tomar el control cuando sea necesario.
- Nivel 4: Automatización alta. El vehículo puede conducir de forma completamente autónoma en áreas específicas (geofencing), pero podría necesitar intervención humana fuera de estas áreas.
- Nivel 5: Automatización completa en todas las condiciones. No se requiere intervención humana en ningún momento ni para la conducción, ni para el control.
Actualmente, las tecnologías más avanzadas disponibles comercialmente se encuentran entre los niveles 2 y 3, a pesar de esto, la intensificación de los fabricantes en el avance continuo para que en un futuro cercano el nivel 5 esté a la orden del día.
España y los vehículos autónomos
Actualmente, España en materia de regulación aún se encuentra en pañales, de hecho, el director general de ANFAC ha comentado: “es primordial que España avance para poder convertirse en una referencia del vehículo autónomo y conectado”. Lo que evidencia la carencia de actividad normativa que existe en la actualidad. Es necesario una normativa que avance en la conducción de vehículos de nivel 4.
La subdirectora adjunta de vehículos de la DGT, Susana Gómez, ve necesaria la regulación lo antes posible de cara a una mejora en la movilidad, una futura movilidad de vehículos autónomos. La Unión Europea por su lado ha generado un reglamento operativo con relación a las normas de homologación de transporte 100% automatizado.
La ética y el avance hacia la conducción autónoma
La toma de decisiones en situaciones de vida o muerte es otro tema complejo. Un vehículo autónomo debe estar programado para tomar decisiones en fracciones de segundo cuando se enfrenta a situaciones inesperadas, como evitar un accidente o chocar para salvar vidas. Estas situaciones plantean dilemas éticos sobre la programación de estos vehículos y a quién se debería responsabilizar en caso de un accidente: ¿el fabricante del software, el propietario del vehículo o el propio vehículo autónomo?
La ruta hacia la plena autonomía es incierta y podría llevar más tiempo de lo que los defensores más optimistas anticipan. Sin embargo, con el continuo desarrollo de la IA, las mejoras en la tecnología de sensores y las pruebas en el mundo real, se espera que los vehículos autónomos logren niveles de seguridad y funcionalidad que puedan revolucionar el transporte. Los expertos predicen que la primera década de la conducción autónoma será dominada por servicios de movilidad, como taxis sin conductor y camiones autónomos para transporte de carga, en lugar de vehículos privados de consumo masivo.
El conflicto ético supone una ralentización en los procesos evolutivos, los problemas que se pueden generar en las situaciones más extremas suponen un pensamiento más profundo en cuanto a temas legales, éticos y morales, puesto que las tragedias acaecidas por un vehículo de conducción autónoma carecen de responsabilidad personal del propio producto, volcándose en las personas propietarias. Eliminando la responsabilidad legal de estas futuras situaciones, emocionalmente la tragedia conlleva muchas implicaciones inimaginables.