- En los últimos años hemos visto un aumento significativo en la oferta de electrificación de vehículos.
- La tecnología también ha avanzado considerablemente, con grandes mejoras en la capacidad de las baterías y su velocidad de recarga.
- De hecho, algunos vehículos eléctricos actuales pueden alcanzar autonomías reales superiores a los 550 kilómetros, una mejora notable respecto a los primeros modelos que apenas superan los 100 kilómetros
Tipos de electrificación en vehículos
Existen varios grados de electrificación en los vehículos, cada uno con sus propias características, ventajas e inconvenientes:
- Microhíbridos (MHEV): Combinan una mecánica de combustión con un pequeño motor eléctrico auxiliar que asiste solo en determinadas circunstancias. No se puede enchufar a la red eléctrica al igual que los híbridos convencionales. cuentan con etiqueta ECO.
- Híbridos (HEV): Combinan un motor de combustión interna con uno o más motores eléctricos que participan en mayor proporción que los microhíbridos. Tampoco se pueden enchufar a la red eléctrica. Y al igual que los MHEV también cuentan con etiqueta ECO.
- Híbridos enchufables (PHEV): En auge, son similares a los HEV, pero con la capacidad de recargar sus baterías mediante una conexión a la red eléctrica, normalmente siempre combinados con carga de corriente alterna. Si la autonomía eléctrica homologada está por encima de 40 km, obtienen la etiqueta etiqueta CERO. Si está por debajo, son ECO.
- Eléctricos de batería (BEV): Funcionan exclusivamente con energía eléctrica almacenada en baterías recargables. La red de recarga cada vez es más extensa por el territorio y operativa, su implantación avanza detenidamente pero con buen pie. La etiqueta de estos vehículos no puede ser otra que CERO.
- Eléctricos de pila de combustible (FCEV): Utilizan hidrógeno como combustible para generar electricidad a través de una pila de combustible. La red para su repostaje es muy limitada. Etiqueta CERO.
¿Qué ofrece la electrificación?
La electrificación de los vehículos ofrece numerosos beneficios, como la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y una conducción más silenciosa y suave. Sin embargo, también se enfrenta a desafíos importantes, como la necesidad de una infraestructura de recarga adecuada y la mejora continua de la tecnología de baterías para aumentar la autonomía, mejorar su densidad energética y reducir los tiempos de recarga.
Además, el impacto ambiental de la electrificación es significativo. Los vehículos eléctricos no emiten gases de escape, lo que contribuye a la mejora de la calidad del aire en las ciudades. Y la producción de electricidad para estos vehículos puede provenir de fuentes renovables, reduciendo aún más la huella de carbono. Económicamente, aunque el coste inicial de los vehículos eléctricos puede ser más alto, los gastos asociados a su uso son generalmente más bajos debido a la menor necesidad de mantenimiento y el menor precio de la electricidad en comparación con los combustibles fósiles.
Con el apoyo de políticas gubernamentales, incentivos económicos y una creciente conciencia ambiental, la adopción de vehículos eléctricos está destinada a seguir creciendo. Se espera que para 2030 los vehículos electrificados representen el 70% del mercado europeo de coches nuevos. Este cambio no solo contribuirá a un medio ambiente más limpio, sino que también transformará la forma en la que nos movemos y vivimos en nuestras ciudades.
Tipos de entradas de carga y cargas
Si queremos conocer mejor el vehículo eléctrico, es necesario entender los conceptos de carga de estos. Todos los vehículos eléctricos (BEV) cargan con corriente continua, que va suministrada directamente a las baterías, a pesar de ello también disponemos de cargadores de corriente alterna para poder utilizarlos en nuestros hogares, estos cargadores transforman la corriente alterna de la casa en continua gracias a un transformador integrado.
Si hablamos de cargadores, los más comunes son del modo 2, va integrado con el conector Mennekes, que suele ir incluido con el vehículo eléctrico, cuenta con un transformador en el medio y un enchufe convencional (Schuko) en el otro extremo del cable, carga con corriente alterna, se transforma y sale en corriente continua.
Para cargar en casa existe la opción del modo 3 tipo 2 con un workbox normalmente integrado en la pared y una entrada al vehículo de un conector tipo Mennekes, uno conectado al workbox y este finalmente anclado al consumo eléctrico del hogar.